Símbolo muy visible del poder, el castillo de San Vigilio fue durante siglos la residencia de los distintos gobernantes que se sucedieron en Bergamo.
Situado a 496 metros de altura en la colina que le da nombre, domina la Ciudad Alta, por lo que en el pasado desempeñaba un papel estratégico en caso de ataques enemigos.
De hecho, desde su cima se puede ver el cercano monte Bastia y los pueblos subyacentes de la antigua Val Breno (hoy llamados Valbrembo y Paladina), la explanada de Almenno, conocida como Lemine, que en su día fue una zona de gran importancia comercial, y los pueblos situados a lo largo de la carretera que lleva a la entrada de Val Brembana.
Este panorama, tan espectacular como interminable, abarca también una vasta parte de los Prealpes. Muy sugerente es la planta del edificio que recuerda la forma de una estrella, con cuatro torres anexas llamadas Castagneta, Belvedere, Del Ponte y San Vigilio.
Sus pasajes subterráneos también están bastante articulados: se ha encontrado un túnel, que se puede cubrir parcialmente y que conecta el Castillo directamente con la parte norte de las murallas de las colinas, dentro del Forte San Marco.
Posteriormente, el castillo pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Bergamo, que lo abrió al público en 1962, mientras que el funicular, que estaba parado desde 1976, fue restaurado en 1991.
En la actualidad todavía se puede visitar el pasaje secreto que conectaba el Fuerte de San Marcos con el propio castillo, gracias a la actividad del grupo espeleológico Le Nottole, que ofrece visitas guiadas con reserva.